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Violencia Obstétrica-Violencia Machista-Violencia Estructural


Decía Michell Odent, obstetra francés referencial por su defensa del parto respetado, que “para cambiar el mundo es necesario cambiar la forma de nacer” y es que en numerosas ocasiones el momento del nacimiento se ve violentado por prácticas y acciones ejercidas de manera directa sobre la mujer, y las que en su mayoría atentan sobre los Derechos Humanos tan importantes como el derecho a la dignidad humana, la integridad física y moral, el derecho de información y de libre decisión.

El término Violencia Obstétrica tiene su origen en Latinoamérica, y en España cada vez va siendo más conocido, tanto por las mujeres que sienten haberla sufrido, cómo por los profesionales que trabajan en el campo de la Obstetricia.

A pesar de la dificultad en cuanto a la obtención de datos por parte de los servicios de salud, un estudio retrospectivo realizado en España en 2019, con una amplia muestra de mujeres, concluía que el 46% de las mujeres opinaba que los sanitarios no solicitaron su consentimiento informado, y por tanto la información adecuada, en las técnicas realizadas durante el momento del parto. (Iglesias et al., 2019)

Estos datos tan alarmantes se acompañan de las tasas obstétricas de nuestro país, tasas que a pesar de la Iniciativa de la Estrategia al Parto Normal, iniciada en 2008, sus resultados muestran estar muy lejos de los indicadores obstétricos y perinatales propuestos por la Organización Mundial de la Salud. Hablamos de Episiotomías, que habiendo alcanzado su pico máximo (89%) en el año 2000, y encontrándose actualmente en un 42%, dista mucho de la recomendación de la OMS de no superar el 13%. Se refiere también a la tasa de cesáreas, situada actualmente en un 22% frente al 10-15% que sugiere la OMS, o el uso indiscriminado de la Maniobra de Kristeller, donde en el caso de haber sido reflejada y anotada correctamente en la historia clínica de la mujer, en España ronda un 26% de los partos vaginales, cifra que es abrumadora, ya que esta práctica está prohibida por la OMS. (Informe sobre la Atención al Parto y Nacimiento en el Sistema Nacional de Salud, 2015)

Pero la lista es muy larga: episitomías, inducciones, uso sistemático de Oxitocina sintética, posición de litotomía en el expulsivo, partos instrumentales, cesáreas, contacto piel con piel madre-bebé tras nacimiento…

Estos son ejemplos de acciones cuantificables en torno a la atención al parto. Pero si nos acogemos a la definición de Violencia Obstétrica dada por Naciones Unidas, donde se especificaba que esta Violencia se da de manera física pero también psicológica, no podemos pasar por alto todo aquello que no se escribe, pero que la mujer si sufre y percibe, como por ejemplo un trato humillante o vejatorio. (ACNUDH | Enfoque basado en los derechos humanos del maltrato y la violencia contra la mujer en los servicios de salud reproductiva, con especial hincapié en la atención del parto y la violencia obstétrica, 2019)

 

A pesar de que toda la evidencia disponible, y los numerosísimos testimonios y estudios sobre la percepción de las mujeres, que hacen que de sobra sea una realidad incuestionable, como Matrona me pregunto muchas veces a que responde la reticencia por parte de los profesionales sanitarios a reconocer que EXISTE LA VIOLENCIA OSBTÉTRICA.

El término Violencia Obstétrica levanta ampollas, y muchas entre la comunidad científica. Se ve como un cuestionamiento a nuestra práctica asistencial, un término que ya de entrada supone un rechazo, puesto que aceptarlo supone reconocer que desde la Obstetricia no estamos trabajando del todo bien. Como profesionales y personas, hay una tendencia a llevarnos esto al plano personal y sentirlo como un ataque, sin cuestionar, sin analizar, sin una reflexión que nos lleve a pensar que estamos ante un indiciador que nos da la oportunidad de mejorar, de seguir dando pasos hacia la calidad asistencial, hacia la excelencia de los cuidados que brindamos. Por supuesto la práctica de la Violencia Obstétrica no solo depende de los profesionales, que en la mayoría de las ocasiones desconocen estar ejerciéndola porque carecen de formación al respecto o sobre cuidados basados en Derechos Humanos y con perspectiva de Género. La Violencia Obstétrica es estructural, machista, culturalmente aceptada e institucionalmente permitida.

De todo esto y mucho más, hablo con la Abogada y Activista Marta Busquets, experta en Derechos Reproductivos de las Mujeres. Una entrevista muy interesante que pude hacerle a través del apoyo de las compañeras del Fórum de Política Feminista de la Región de Murcia y de la que os dejo enlace.

https://www.youtube.com/watch?v=6ebepZedqTc

Seguiremos desmenuzando y adentrándonos en este tema, pero por ahora os dejo el enlace de la entrevista y os invito a verla, como mujeres, como profesionales, como activistas, como personas.

Espero que os guste.


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